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6 Feb 2023

Voy a cambiar de profesión

Post by Ibis Rodriguez

Sí, a mis 60 años me acabo de dar cuenta que he perdido mi tiempo leyendo, estudiando, aprendiendo cultura, viajando y cumpliendo con los estándares sociales. Un poco tarde, ¿no?

Un querido amigo publicó la presentación de San Benito en una de las premiaciones famosas para la música, no me acuerdo del nombre, ¡son tantas! Ya saben todos los “likes” que recibió, recibe y recibirá la publicación. Para validar lo que la mayoría dijo, vi el video. Y eso fue lo que validó mi deseo de cambio.

Los productos fabricados en Puerto Rico se van apoderando del mundo. Ya en otra publicación hablé de BB, no voy a repetir lo que ahí está. Observando el video caí irremediablemente en la separación de lo que es música, talento y voz, vs. la presentación del trapero. Pienso igual que ayer: BB es un producto fabricado. Ahí no hay voz, musicalidad, menos vocabulario. Me comentó una amiga que una periodista española definió el estilo del trapero como “el tipo que canta bostezando” y me parece muy acertada su apreciación.

Talento sí hay. Expone frases de la vida cotidiana, del diario vivir, escoge su ritmo y ¡pum!, la pega. Lo que encendió a los asistentes fue la música, el conjunto de bailarines y saltarines, el colorido del vestuario, la mezcla de ritmos caribeños y quizás hasta las palabras soeces utilizadas, las cuales son su estandarte y con las que siempre cierra su espectáculo, como corolario de sus emociones al notar que es capaz de exponer lo que le dé la real gana sin ser censurado.

Los boricuas que vemos lo que se presentó, nos emocionamos porque la vena patria se nos infla al ver que otro boricua es capaz de revolucionar las masas con nuestros ritmos y pisar escenarios que parecían inalcanzables, aunque sea con trapería (la RAE lo define).

Me simpatiza este joven, ya tiene su vida resuelta desde el punto de vista económico y social (dinero y aceptación). Incluso me ha dado una gran idea. Voy a reunir al mejor músico de cada instrumento, para mi orquesta. Desempolvaré mis insulsos poemas y los convertiré en canciones. Haré un par de “demos” y los enviaré a varias disqueras. Espero tener suerte y que no se den cuenta de mi desatino. Una vez me haga famosa, mandaré al carajo al que me joda y gritaré ¡Puñeta!, a viva voz sin ser censurada. Es todo.

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