Hace ya cinco años que entre a la etapa de los mid-age (esa que marca los cambios que nos presenta la vida); en mi caso vino acompañada de cancer- padecimiento epidémico del siglo XXI.
Ya no tengo citas amorosas, solo citas médicas 😂😂😂. Al levantarme me duele hasta el pelo que se me ha caído. Adquirí condiciones que acompañan a las quimioterapias, tales como neuropatia, perdida de visión, aparición de moretones que surgen de la nada (creo que hasta de recibir una mala mirada 😂), piel extremadamente reseca, perdida muscular, de pestañas y sensibilidad en las encías, etc. Pero, gracias a Dios sigo aquí. He perdido grandes amigos y hasta familiares que fueron diagnosticados después de mi.
Este año tuve la dicha de ver nacer a mi primer nieto y lo estoy disfrutando al 💯. Igual reafirme la fortaleza que tiene mi mamá, quien a sus 86 años vino a cuidar de mi, en vez de yo cuidarla a ella.
He descubierto también el gran error que la gran mayoría de nosotros cometemos, dedicar mas tiempo a nuestro empleo que a la familia o a nosotras mismas. El trabajo sigue aunque no estemos y nunca debe ser el centro de nuestra existencia.
Igual me di cuenta de la importancia de nutrir y cuidar nuestro lado espiritual, el valor de la oración, pero sobretodo lo hermoso de perdonar y liberarnos de cargas innecesarias que impiden esa evolución espiritual.
Nunca sabemos lo que nos presentará la vida en cada etapa, pero de lo que estoy muy segura es, que fuese lo que fuese, hay que vivirlas, buscarle siempre lo positivo, con valentía y buscarle el propósito a nuestra existencia.
El 21 de octubre tuve a mi nieto por primera vez por bastantes horas, era su primer viaje y su primera visita oficial a la Florida, a casa de su abu (Yo). Llegó cerca del mediodía y sonriendo, contento, mirando con curiosidad todo a su alrededor. Su carita sonriente, mirada atenta, llena de inocencia y sin extrañar nada de lo que veía. Creo que la que estaba ansiosa era yo, con muchas dudas e inseguridades: ¿se quedará tranquilo?, ¿Llorará mucho?, ¿y si no se acostumbra?, ¿me acordaré de cómo se alimenta y se le cambia un pañal a un bebé?, etc.
Nada que ver con esos pensamientos. Milán se quedó tranquilito, entretenido con las monerías que hacemos las abuelas y mirando todo a su alrededor. Es un bebé feliz, tranquilo, querido. Solo hizo un llantito cuando le dio hambre, puesto el bibí y regresó la contentura. Me di gusto cargándolo todo el tiempo que estuvo en la casa, no hubo tiempo para hacer nada más. Se apiñaron los trastes, se quedaron los televisores solos prendidos sin que nadie les diera atención. Pasamos las horas escuchando los sonidos de un nuevo juguete que le tenia en casa, haciendo muecas y escuchando sus carcajadas inocentes por las monerías.
En el trasfondo de la conciencia, mientras tanto, le pedí a la Virgen que lo cuidara, lo protegiera. Al Niñito Jesús que lo acompañe, lo guíe y lo libre de todo mal. A su Ángel Guardián que siempre esté a su lado. La vida es dura, no sabemos lo que nos presentará a través de los años. La mejor forma de enfrentarla es rodeada de amor y con la gente que nos extienda la mano y nos abra el corazón incondicionalmente. Eso Milán lo tiene de sobra. Espero tener muchos días más de cuido, juegos y momentos memorables que sean parte de su formación. ¡Te amo, Milán André!
Mayo 17, 2:55 pm. ¡Naciste Milán André! Llegaste calladito, dormilón y gordito pesaste 8.8 libras, contrario a tu padre que apenas peso 3 libras y fue sietemesino. Mucho pelo, cachetitos grandes y ojos curiosos te describen perfectamente.
Tu mamá fue valiente, fuerte y decidida; nada de cesárea, tenía que ser de forma natural. Tu papá vio todo el proceso y me imagino que le ayudó a entender el valor de la vida y el milagro del alumbramiento. Yo, quedé derretida cuando te sacaron para el nursery. Te vi hinchadito, dormido, apenas limpiecito, sin llorar ni ruido alguno. ¡Mi primer nieto!
Desde ese día comenzó la historia de tu vida. Muchas páginas en blanco se irán llenando a medida que pase el tiempo. Le pido a Dios que siempre te acompañe, te proteja y te guie siempre por el camino del bien. La vida te irá dotando de herramientas para tener una vida plena y satisfactoria. Prometo acompañarte siempre aquí y desde donde Dios me tenga. Te amo mucho, Milán André,
Andabas en espíritu
revoloteando por ahí,
buscando en la tierra
a quien le ibas a llenar su existir.
Te topaste en tus andanzas
con este espacio terrenal
y pediste permiso
para visitarlo y convertirlo en hogar.
Completaste nuestro círculo,
traes alegría, amor, felicidad.
Te recibiremos con gran algarabía,
pues llenarás las plazas que tenían dispuestas
mamá, papá, hermano, abuelos, bisabuelos y un sinfín más.
Nos invade las inmensas ansias
de tenerte, conocerte, mimarte y quererte;
parece lento el pasar de los días, pero ¡qué va!
Te has tomado tu tiempo,
para llenar de luz nuestras vidas.
Pronto te diremos:
¡Bienvenido a casa, Milán!
En mi familia se instaló la costumbre de colocar sobrenombres o expresiones a situaciones cotidianas, personas o lugares. Algunos como “la puñalá de Conan” (creo que se ha generalizado bastante y muchos ya saben lo que significa 😊), “pollo praco” (apodo que le puso mi madre a un enamorado que tuve y que ella se encargo de espantarlo, incluso ahora que lo pienso- bastante feo que era), “bostonfrontonmaravilla” (en referencia a esos peinados elaborados al estilo Marge Simpson), entre otros, incluyendo el que uso de título aquí.
Este síndrome alude al cuento infantil en donde dos hermanitos son raptados por una malvada bruja que se vale de la trampa de poner migas en el sendero boscoso que lleva a su guarida. Los niños van levantando y comiendo las migas hasta ser atrapados por la bruja malvada.
En nuestra familia adoptamos la expresión del Síndrome de Hansel y Gretel a raíz de un suceso que hemos experimentado en diversas ocasiones. Por alguna, o varias razones, los zapatos que pasan mucho tiempo en el closet (sin usarse) al ver la luz nuevamente les aqueja el mal de la desintegración. Eso me acaba de pasar por segunda vez en estos días. Estuve varios meses sin utilizar algunos de mis zapatos usuales y algunos debido a que cambié totalmente las tacas por la comodidad (y ya esto no es negociable- ¡no puedo con los tacos!).
Unos días atrás se me ocurrió desempolvar unos que eran super cómodos y con un taquito ancho y de escasa pulgada y media, para asistir a mi trabajo. Además, eran cerrados y me iban a proteger del frio poco usual que hacia esa tarde. Me los puse con medias y salí como si estuviera estrenando zapatos nuevos. Llegué a mi trabajo, caminé por el campus, y realicé varias gestiones pendientes en la oficina. Llegó la hora de la clase y me presente al salón.
Al cabo de dos horas, puse a mis estudiantes a trabajar en unos ejercicios y me senté a moderar la sesión. Me miré los zapatos y me percaté de que se les había ido desprendiendo poco a poco la cubierta negra que tenían y se había formado una línea abierta en la parte correspondiente al doblez que se hace al flexionar el pie. ¡Que horror! ¡se me estaban deshaciendo los zapaticos! Al levantar la vista, lo primero que hice fue buscar a ver si alguien estaba mirando mis zapatos y luego recorrí con la vista la ruta hacia la puerta con la intención de ver si quedaban evidencias del desmoronamiento de mis zapatos. No había nada, por lo menos dentro del salón.
Imagínese todos los sentimientos que se agolpan en un momento como este. Terminó el tiempo asignado a la tarea de mis estudiantes, pasamos a la discusión de los resultados y yo por dentro rezando que nadie mas se diera cuenta de mis ingratos zapatos. Ingratos, sí, pues los había limpiado y sacado a pasear esa tarde y ellos en respuesta comenzaron un proceso de desintegración.
Al terminar, me monté en el carro y de camino a casa ganas no me faltaron de tirarlos por la ventana y abandonarlos en el camino. No lo hice. En cambio, llegué a mi casa, los retraté y les dediqué esta columna. Así les doy un entierro a la altura que se merecen por su servicio y por el costo que pagué por ellos en Macy’s.
Sí, a mis 60 años me acabo de dar cuenta que he perdido mi tiempo leyendo, estudiando, aprendiendo cultura, viajando y cumpliendo con los estándares sociales. Un poco tarde, ¿no?
Un querido amigo publicó la presentación de San Benito en una de las premiaciones famosas para la música, no me acuerdo del nombre, ¡son tantas! Ya saben todos los “likes” que recibió, recibe y recibirá la publicación. Para validar lo que la mayoría dijo, vi el video. Y eso fue lo que validó mi deseo de cambio.
Los productos fabricados en Puerto Rico se van apoderando del mundo. Ya en otra publicación hablé de BB, no voy a repetir lo que ahí está. Observando el video caí irremediablemente en la separación de lo que es música, talento y voz, vs. la presentación del trapero. Pienso igual que ayer: BB es un producto fabricado. Ahí no hay voz, musicalidad, menos vocabulario. Me comentó una amiga que una periodista española definió el estilo del trapero como “el tipo que canta bostezando” y me parece muy acertada su apreciación.
Talento sí hay. Expone frases de la vida cotidiana, del diario vivir, escoge su ritmo y ¡pum!, la pega. Lo que encendió a los asistentes fue la música, el conjunto de bailarines y saltarines, el colorido del vestuario, la mezcla de ritmos caribeños y quizás hasta las palabras soeces utilizadas, las cuales son su estandarte y con las que siempre cierra su espectáculo, como corolario de sus emociones al notar que es capaz de exponer lo que le dé la real gana sin ser censurado.
Los boricuas que vemos lo que se presentó, nos emocionamos porque la vena patria se nos infla al ver que otro boricua es capaz de revolucionar las masas con nuestros ritmos y pisar escenarios que parecían inalcanzables, aunque sea con trapería (la RAE lo define).
Me simpatiza este joven, ya tiene su vida resuelta desde el punto de vista económico y social (dinero y aceptación). Incluso me ha dado una gran idea. Voy a reunir al mejor músico de cada instrumento, para mi orquesta. Desempolvaré mis insulsos poemas y los convertiré en canciones. Haré un par de “demos” y los enviaré a varias disqueras. Espero tener suerte y que no se den cuenta de mi desatino. Una vez me haga famosa, mandaré al carajo al que me joda y gritaré ¡Puñeta!, a viva voz sin ser censurada. Es todo.
Ya ha ido disminuyendo la ola de críticas, elogios y garatas generadas por la figura controvertida de Benito, artista, compositor, cantante, káiser del fenómeno musical trapero. Estaba esperando eso, el descenso de publicaciones en redes sociales, medios digitales y tradicionales, para escribir objetivamente lo que percibo sobre este bien llamado fenómeno (con todas las acepciones que implica esta última palabra).
Pero ayer, surge la pregunta entre colegas y me pidieron opinión. Eso bastó para recordarme que no había cumplido la tarea impuesta de dedicarle unas letras a Conejo Malo. Aquí van esas líneas, que consten son mi opinión y que no me interesa generar empatía; las opiniones son como los ombligos, cada uno tiene esa evidencia de pasada conexión umbilical.
Mis sobrinas son fanáticas y es a través de ellas que escucho el nombre artístico por primera vez. Compartieron algunas de sus canciones/éxitos y así conocí el contenido que maneja Benito. Mi primera reacción fue ofensiva para ellas, les dije que como era posible que escucharan esa porquería, que eso no tenía ni ton ni son y que además ese lenguaje era demasiado vulgar para ellas, unas niñas educadas y que habían estudiado o en eso estaban. Bromeamos y cada una expresó justificadamente su gusto por el artista.
Llegó la pandemia y una tarde o noche (no recuerdo el periodo del día) veo en televisión el anuncio del inicio del concierto público desde el Bronx, recorriendo las calles de Manhattan, hasta culminar en Harlem, NYC. Me alegró ver este logro, que debió tener tras bastidores todo un batallón de figuras, $$$ y andamiaje para obtener el permiso para que fuese realizado. Me alegró porque era una figura de mi país que destacaba nuestra existencia como lugar y reiteraba de lo capaces que somos los puertorriqueños.
No voy a resumir aquí sus otras apariciones, conciertos y otras intervenciones, búsquenlas en Google, ese sí sabe. Lo que quiero plasmar en palabras es mi razonamiento del porqué saltó del anonimato a la fama y el poder que ejerce en el gusto/mente/preferencia de la juventud actual.
Para mí, Benito representa “la figura de lo soez”, tomando permiso de palabras utilizadas por uno de los más destacados escritores puertorriqueños, Luis Rafael Sánchez. Su lenguaje, vestimenta, acciones, comportamiento y palabras son un reto continuo a lo establecido como correcto, lineal y aceptable socialmente. Su ruptura es lo que enamora, atrae y fascina a sus seguidores. Atrás quedaron el talento, la musicalidad, la rima, los tonos musicales y el acompañamiento de instrumentos. Eso no le ha hecho falta para sobresalir entre los raperos/traperos que emergen o emergieron. Es el “papá” de esos “pollitos”.
Se ha convertido en la figura que canaliza las frustraciones, los silencios producidos por tapabocas (y no me refiero a las benditas mascarillas), el grito de estamos aquí, del somos capaces si nos lo permiten, queremos los cambios inmediatos, pues ya estamos cansados de la espera desesperanzadora y merecemos tener la oportunidad de cambiar lo que no ha resultado positivo socialmente. Esto es lo que pienso representa para la juventud.
Y tal vez se pregunten, ¿Cómo entonces también hay seguidores de otras generaciones que anteceden a esta? Mi opinión: porque es la figura que les ha permitido crear un lazo común como ejercicio de acercamiento generacional y entendimiento. Abuelo, tia, suegro, padrastro, etc., todos aprovechan ese acercamiento para entenderse, hablar y tener tolerancia. O, como respuesta pueden pensar que para cada gusto, hay colores.
Y no, no me gustan sus letras que denigran a la mujer o resaltan el cavernícola machismo. Pero tampoco soy quién para censurar o embrutecidamente decir, la juventud de ahora no sirve. Eso sería la aceptación de que mi generación ha fracasado como modelo de enseñanza hacia la actual.
Estoy ebria,
de amor, de locura,
¿Y por qué no?, de sexo.
¿Quién dijo que en la vejez no siento?
Se equivoca, es cuando mas palpito y me estremezco.
¡Qué equivocadas estamos!
Es ahora cuando estamos listas,
para enfrentar desafíos y quebrantos,
pues ya no debemos sentir vergüenza de equivocarnos.
Adoro el silencio,
ese que me permite ver mis adentros.
El que me abre las puertas de mi inconsciente
y me enfrenta a ese yo verdadero.
Esos atesorados y solitarios aterradores momentos
que me devuelven la capacidad de ver mis adentros.
Sueño durante ellos,
elevo el espíritu y me veo, fuerte, impetuosa, gloriosa.
¡Que vivan la soledad y el silencio!,
maestros para ese encuentro con lo que soy, fui y seré.