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31 Dic 2021

Navidad 2021

Post by Ibis Rodriguez

En este proceso de larga recuperación, he tenido tiempo de sobra de estar frente a la idiotizante televisión, más por aburrimiento que interés, y estar también pendiente de las noticias de PR y de acá. Durante todo el mes de diciembre los anuncios de felicitaciones por las fiestas navideñas fueron constantes y sonantes. En ninguno vi que se hablara o expusiera el verdadero significado de esta época, la celebración del nacimiento de Jesús. Ciertamente, hemos perdido el rumbo.

Se habla de reunión de amigos, de familia, de celebrar, de regalos, decoraciones, etc. Nadie se enfoca en el sentido real que siempre ha tenido una época tan hermosa, aun cuando estamos todavía con los estragos de una pandemia.  Debemos buscar en nuestro corazón y espiritualidad y retomar nuestra cristiandad para vivir acorde con lo que Dios nos propone. Retomar ese sentido real y volcarnos todos los días a amar a los demás, ayudarlos, encontrarnos y dar esperanza a las futuras generaciones. Aprender de los errores no es fácil, creo que es la lección más difícil que tenemos los seres humanos. Chocamos con lo mismo en el transcurso de nuestra vida, en muchos casos ni nos damos cuenta o simplemente nos negamos esa oportunidad de aprender. Somos tercos, egoístas, empecinados, obtusos. Cuando venimos a darnos cuenta, a veces es muy tarde o estamos envejecidos.

Si he aprendido en este proceso o intento de alargar mi vida, ha sido a valorar lo que realmente es importante. Mi relación con Dios se ha fortalecido y no es porque tenga miedo a morir, eso todos los mortales lo tenemos seguro. Sino porque internamente la sensación es maravillosa y veo con otros ojos a los demás. Confieso que me pone triste la idea de ya no estar aquí, pero esa tristeza no es por mí, es por los que se quedan y no voy a poder apoyar. Sé lo que es extrañar a alguien sin la posibilidad de volver a verle, me pasó con mi papá, ya van casi 25 años y ese vacío es como el primer día.

Aprendí también que el don más preciado es la salud. Sin ella, todo se hace muy difícil y a veces imposible. De niños, nuestros padres están a cargo de cuidarnos y protegernos para que la tengamos siempre. De adolescentes damos por sentado que somos invencibles y nos arriesgamos a retarlo todo, incluso a la salud. Ya en la adultez, empezamos a preocuparnos por hacer cambios en aras de conservarla y mantenerla a toda costa. Llegamos a la vejez y afloran las consecuencias de nuestros descuidos, maltratos y desarreglos, obligándonos a creer en pastillas milagrosas, pociones y menjunjes para atender lo que se presente durante los últimos años de nuestra existencia.

Son muchas las lecciones y cambios que debemos tener. El más significativo y que debe ocupar el primer lugar es nuestra relación con el Ser Supremo. Si comenzamos por ahí, iremos creando una ola que arrope a la humanidad y se vuelque a practicar el amor entre los seres humanos. ¡Qué mejor época para empezar que no sea Navidad!

12/31/2021

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