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7 May 2020

Envejependejamiento

Post by Ibis Rodriguez

¡Qué palabra larga! Lo sé; la palabra del título no existe, me la inventé. Esa hermosa flexibilidad que tiene nuestro idioma es lo que nos abre la puerta de la invención linguística. En ningún lugar está escrito que no se puede jugar con las palabras, por el contrario; el juego nos permite un mundo de posibilidades para nombrar hasta lo que no existe.

Ponerse viejo apendeja. Créanme lo que digo. Las razones, no las conozco. Lo que sí puedo atestiguar es que de repente te entra el miedo de hacer algo (y añade también el prestar oído a todo lo que te dicen): a tirarte del zipline, a nadar mar abierto, a comer lo que es rico, a portarte mal. No sé si llega con los años o es parte del envejecimiento natural. Verdaderamente es un fastidio, te pone frenos en forma automática y con ello corremos el riesgo de perdernos lo mejor de la vida. ¿Qué hacer entonces?

Lo más simple: sacudirnos ese miedo instantáneo y lanzarnos al vacío de la aventura otra vez. Es lo que nos mantendrá vivos, latentes y expectantes.

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