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9 Mar 2020

Vida perruna

Post by Ibis Rodriguez

Ser perro en esta época es un lujo. Ya no se quedan en el nivel de “ser el mejor amigo del hombre”. ¡Qué va! Han trascendido a tener una experiencia casi humana. Junto con ella, una serie de privilegios que algunos humanos no conocerán jamás. Cuidos, variedad de comidas, veterinarios, juguetes, casitas, hoteles, camitas, hasta planes de salud existen.

Ser dueño de un perro, representa una gran responsabilidad y también creo que con ello algunas complicaciones. No me mal interpreten, siempre tuve perros, me encantan. Me refiero a que, si tuviera un perro, no sé cómo me decidiría ante la oferta de “lo mejor para ellos”.

Empecemos por el alimento. Hay cientos de anuncios que reclaman ser lo mejor para alimentar a tu perro: sin aditivos, sabores artificiales, colorantes, etc. Hay en bolsas, en latas y hasta refrigerados. Si fuera perra (¡en el sentido original de la palabra!), creo que preferiría las sobras de la casa, con la sazón que pareara los olores que percibiría en la preparación de las comidas humanas. Nada como una buena ración de la comida hecha en casa. Tuve una perrita que después de comer las sobras un día, en sustitución de la comida de perro que se había agotado, jamás volvió a querer esa comida y terminó sus días comiendo de lo que nosotros teníamos en nuestros platos.

Lo cierto es que la expresión “vida de perro” ciertamente ha evolucionado en su interpretación. Es una vida de lujo y mimos para muchos, y ¡hasta pueden viajar en cabina! Lamentablemente, todavía hay quien no los ve como seres capaces de amar y cuidarnos con absoluta lealtad. El ser humano que es capaz de maltratar a un animal, merece recibir el mismo trato o peor. No hay razón alguna para esa crueldad y quien la protagoniza, mi mayor deseo es que reencarne en un pequeño mosquito y en su primera picada, ¡zas!, reciba una palmetazo de mano bien abierta.

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