2019, inició con la salud todavía a merced de evaluaciones y exámenes que anuncien mi victoria y proclamen que solo Dios determina nuestra estadía en este hotel temporero llamado Tierra. Cada vez que escuchaba de cualquiera que no superaba su batalla, emocionalmente me afectaba y sigue afectando. Soy bendecida, por todas las esquinas.
Muchos ángeles en el camino oraron y se solidarizaron con mi proceso. No todo el mundo tiene esa bendición. Si los fuera a categorizar, cada uno tiene el cielo gano.
Mi ángel mayor espiritual, Dios. Escucho mis oraciones y peticiones de una oportunidad mas para seguir ayudando a otros.
Mis ángeles terrenales: mi hermana Titi y mi hermana por elección, Yolanda Torres. Siempre presentes, siempre pendientes y listas para apoyar en esos días en que una piensa que ya no puede más.
Mi mamá, quien durante este año también enfrento ese monstruo que aparece sin que lo esperemos y que cree que como guerreras vamos a claudicar. Se encontró con nuestras voluntades inquebrantables y espíritus luchadores, que ante las amenazas nos crecemos y creamos una solidaridad impenetrable.
Mi compañero Miki, quien a pesar de que tuve días en que era difícil mirarme, siempre que lo hizo, solo proyecto amor incondicional y compasión.
Mi comadre, Cuqui, sobreviviente y guerrera como yo. Junto a mis amigas de alma: Daisy y Norma, quienes han estado como cheerleaders en este proceso.
Mi hijo, Giancarlo, quien dentro de sus emociones siempre me dio esperanza y me hablaba del futuro sin limitaciones.
Mañana 24 de diciembre voy a cumplir mi promesa con el Divino Niño Jesús, es una deuda. Tendré presente a todos los que luchan con esta plaga y a los que tuvieron una corta oportunidad. Pediré por todos, espero que mi alma y corazón acomoden a todos en igualdad de amor.
La vida es un recorrer lleno de sorpresas y oportunidades. Cuando aprendemos a reconocer nuestra mortalidad y entendemos qué hay un ser espiritual más grande que dirige nuestra existencia, comenzamos a entender la razón de nuestra existencia y cuál es el propósito por el que visitamos este espacio terrenal.
Celebremos cada día nuestra existencia y aprovechemos cada momento para ser felices, agradecer nuestras bendiciones, tener empatía y compasión con el que lo necesita, pero sobre todo compartir el amor de Dios incondicionalmente.
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