Cuando me dieron el diagnóstico de cáncer, comencé a experimentar una nueva experiencia. Decidí que esta iba a ser de enriquecimiento y conocimiento. Me negué a preguntar, leer sobre la experiencia de otros, y mucho menos dar espacio a la tristeza. Pienso que cada cual es único en su experiencia con la condición; no hay dos iguales.
Me ha tocado vivir con la condición en una época maravillosa del año, cambio de estación. ¡Lo cual es genial! Perdí mi cabello, pero puedo usar pelucas y sombreros maravillosos. No es por presunción, es que no quiero ver en los ojos de las personas ni un atisbo de pena cuando me miren. Si no la tengo yo, por qué recibirla de los demás. Por el contrario, quiero alegría y solidaridad en esta etapa. Así que tengo que agradecerle a Dios el haber sido misericordioso y haber confabulado para que mi experiencia del cáncer estuviera en armonía con una época fresca, no de calor.
Al optar por usar la peluca, me ha traído tantos recuerdos gratos de mi niñez y adolescencia. Mi más preciado recuerdo, mi tía Elba Julia, la hermana menor de mi papá. Recuerdo que siempre usaba una, aun con el calor agobiante que se vive en el sur de Puerto Rico. Solo se la quitaba para dormir. Ahora es que descubro porqué se arreglaba tan rápido para salir, ¡era la ventaja de usar una peluca! No “blower”, no plancha (y por cierto, me contaron que en esa época, ¡sí se planchaban el pelo, pero con la misma plancha que se usaba para la ropa!), no estilista, nada; solo un ligero retoque al postizo y ya, ¡fabulosa!
Las prioridades y las motivaciones también cambian. Al llegar el día, agradezco a Dios por ese regalo y al terminar el mismo, el deseo es de tener la oportunidad de otro igualmente maravilloso. Lo que parecía importante o imprescindible, de pronto no lo es. Ocupa su lugar lo que siempre debió serlo: vivir sin prisa, disfrutar realmente de los detalles que están presentes cada día y que, por prisa o visión distraída, no los notamos.
Podemos hallar plenitud de vida hasta en los momentos más difíciles de nuestra existencia.
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