Bodas y funerales

Acabo de asistir a la boda de alguien querido. Estuvo hermosa, frente al lago, con un día espectacular. Al irme alejando del “gazebo” bajo el que se llevó a cabo la ceremonia, voy mirando el paisaje y pienso: “Hay alguna similitud entre bodas y funerales”.

En ambos eventos, los protagonistas se quedan solos; en la boda los novios para las fotos; en el velatorio, el cuerpo descansando para el trayecto hacia el cementerio al siguiente día. En ellos también se reúnen familiares, amigos y conocidos por diversas justificaciones. Y mientras me voy alejando de la graciosa garita/terracita/casita pentagónica, diminuta, del color de las tejas de casas españolas, me asalta el recuerdo de la sala funeraria en que hace unos meses estuve despidiendo a otro ser. Me inundó la misma sensación, aunque los eventos son opuestos entre sí, boda y funeral. ¿O acaso no?

Una boda puede acabar también en funeral por muchísimas razones: violencia entre la pareja, agrio divorcio por adulterio, separación por incompatibilidad de caracteres, etc. A la vez, ambas actividades son contradictorias en sí mismas. La boda pone fin a la ilegalidad de una relación que lleva tiempo sin estar socialmente inscrita. En el velorio, el retorno a la espiritualidad (según las creencias cristianas) inicia otra etapa indescifrable, desconocida y que queremos creer como perfecta, o al menos en esa creencia nos confortamos todos.

Pero también, podemos pensar que estos rituales inscritos en nuestro entorno social, cumplen su propósito en la vida. Por un lado, compartir la carga sentimental que implican y por otro, servir de catarsis para los recuerdos y anécdotas que encierran. La boda se planifica, se sueña, se celebra. El funeral es consecuencia de la muerte, que no avisa, te sorprende y por instantes te devuelve a la introspección necesaria para recordar la mortalidad que nos habita.

Bodas y funerales, ¡ironías de la vida!                                                                                           

Breath

Es una película filmada en el 2017, de la que no había escuchado en la promoción de las películas de cine comercial. Ha recibido la otorgación de 4.5 estrellas en Prime Video, de Amazon, por parte de los espectadores. El resumen que presenta de su trama pasa desapercibido y aparenta livianidad. De hecho, la escogí por la asignación de la cantidad de estrellas, no el resumen de la trama.

¡Es fenomenal!!!! Si fuera posible, duplicaba las estrellas. Este filme presenta la vida de Robin y Diana Cavendish, ingleses, que enfrentaron la adversidad y vencieron lo que todo el mundo decía era imposible.

Comienza con el momento en que se conocen y enamoran. Se casan y salen de viaje por razones del trabajo de Robin. De repente, él enferma y casi muere. En la época en que viven no había mucho adelanto con la enfermedad contraída y al inicio siguen al pie de la letra lo que la medicina le prescribe. Hasta que las voluntades se unen y es ahí cuando empieza esta extraordinaria trama, producto de la vida real de los Cavendish. No voy a dar más detalles, pues perdería el encanto el narrar lo que sucede y además, no es el objetivo aquí.

Es una película con diversos propósitos, a mi juicio. El más elemental, pasar un viernes en la noche tranquilo, con deseos de ver una buena película, que distraiga y ayude a desconectar del trajín de la semana. Pero, advierto, coloca al lado una caja de kleenex, para la lloradera que te provocará casi finalizando la misma.

Otro propósito, pedirle a aquellos que se quejan por todo y de todo, y que se sienten los más desgraciados del mundo, que se sienten a verla y reflexionen si en realidad son los más miserables sobre el planeta tierra. Apuesto a que cambiará su visión de vida y se olvidarán de lo que les aqueja.

También debe verla aquel que siempre tiene presente el “NO se puede”. La trama es una inyección de optimismo y de cómo vencer las adversidades, e ir contra la corriente que arrastra al ser humano a acatar lo que los demás dicen que es correcto y aceptable.

Es una película de amor, que resalta lo que debe ser más significativo en la vida: la familia, los buenos y verdaderos amigos, la búsqueda de lo que da felicidad y llena el corazón. Los demás, es “frosting”.

No menos importante, inspiradora para todos los que tienen a alguien con una condición terminal, para que vivan cada minuto en compañía y se desvivan por hacer la vida de estos más significativa. Al final, todos vamos a morir, y a los que les tocará más tarde, el recuerdo de los gratos momentos compartidos hará la estadía temporera más llevadera.

Espero que la disfruten, tanto como la disfrute yo.